Presentaron edición del Diario de Historia Natural de Dámaso Antonio Larrañaga entre 1808 y 1814
Religioso, político, naturalista y botánico, la figura de Dámaso Antonio Larrañaga se entrelaza con los albores de la nacionalidad, dada su peculiar obra, su contribución a la creación de la Universidad de la República y a la fundación de la Biblioteca Nacional, su tarea diplomática y la autoría de obras tan referenciadas como el Viaje a Paysandú, que contiene una de las pocas descripciones realistas, perceptivas y despojadas del propio José Artigas, insertas en la crónica de su visita al prócer.
Una copia paleográfica que la profesora Ariadna Islas, responsable del trabajo de un nutrido equipo a lo largo de muchos años para restituir en todo su valor, prefiere llamar “versión”, fue presentada en la sala Maggiolo de la UDELAR, con la presencia de la ministra María Julia Muñoz, el rector Roberto Markarian, el director de la Biblioteca Artigas, Wilfredo Penco y la directora del Archivo General de la Nación.
“Para quienes venimos de las disciplinas biológicas resulta sumamente significativo este trabajo que costó (nada menos) que 28 años completar a quienes trabajaron en él”, dijo Muñoz. Posteriormente recordó el hito de la creación de la Biblioteca Artigas que dirigió Juan Pivel Devoto -en tiempos en que el MEC se llamaba Ministerio de Instrucción Pública.
A su frente fue designado Wilfredo Penco durante la primera presidencia de Tabaré Vazquez y bajo su dirección se presenta, con prólogo de Ariadna Islas, el “Diario de Historia Natural” de Dámaso Antonio Larrañaga entre 1808 y 1814.
La jerarca elogió la tarea de Penco, de quien dijo aprendió mucho en tiempos de la gestión del actual director en la Intendencia de Montevideo. Expresó que el MEC brindó su apoyo, tanto a través de la Academia Nacional de Letras desde 2006 a la fecha como en la gestión del Archivo General de la Nación para la “respetuosa copia del texto y las ilustraciones que muestran su caligrafía”.
Wilfredo Penco también hizo referencia histórica a la creación de la Biblioteca Artigas en tiempos en que el ministerio estaba a cargo de Justino Zavala Muniz en 1950 y Juan Pivel Devoto era director del Museo Histórico Nacional y “bajo su dirección se creó la colección de clásicos uruguayos, libros austeros, concebidos para una gran variedad de lectores, incluidos los liceales, una colección que 66 años después llega a los 200 volúmenes, que no es poca cosa”.
Contó que cuando se planteó esta idea en su versión paleográfica, “tuvimos la dificultad de adaptarlo al modelo de Clásicos, que se resolvió creando una nueva serie que se denomina “Fuera de Serie”, antes de destacar el trabajo de Mara de Oliveira que logró reflejar la peculiar estilística del libro, el apoyo de sucesivos ministros como Brovetto, María Simon -presente en sala-, Ehrlich y Muñoz y su reconocimiento a Alicia Casas de Barrán.
Luego leyó un breve fragmento descriptivo sobre un pájaro, “la viudita” para mostrar el tono del diario y la pertinencia de Larrañaga como cronista de la vida cotidiana además de su condición de sabio naturalista.
Un texto difícil
Ariadna Islas explicó extensamente el trabajo del equipo que realizó el rescate documental de un manuscrito que se consideraba perdido y su puesta a punto bajo las normas que se utilizan desde la versión paleográfica, con ortografía y estilística propia, haciendo hincapié en que se trata de un texto “no corriente, raro, difícil, que hubo que trasladar desde 620 folios a vuelta (esto es, 1200 páginas manuscritas), primero a word y luego a cajas de página para lograr el producto actual”.
Elogió la tarea de este equipo, recordó la colaboración de José Piedimonte de la Universidad de Buenos Aires, Alicia Casas y José Barrán, tanto como a Fernando Mañé Garzón, los funcionarios del Museo Histórico Nacional y el Archivo General de la Nación, antes de trazar un largo análisis sobre el contexto histórico, las características de la plurifacética colección museística del autor, la correspondencia de la época para seguir las peripecias del manuscrito al cual “la forma de diario le da un carácter íntimo”, su concepción del “desarrollo de la ciencia como fundamento del desarrollo del país” y la “aplicación de su cultura enciclopédica para la observación de la naturaleza”.
El rector Roberto Markarian se mostró “orgulloso de ser anfitrión en esta instancia”, recordando que cuando lo invitaron a la presente ceremonia “retrocedí en mi historia personal para releer el Viaje a Paysandú, que había leído por primera vez en medio de los fragores del ´68” (fue editado un año antes) y explicó cómo reconstruyó el curioso itinerario del viaje que hizo Larrañaga en su época y que recientemente se presentó la posibilidad de repetirlo por un periplo semejante hasta Santo Domingo de Soriano.
También leyó la famosa descripción de Artigas que hace el presbítero y luego citó fragmentos de “Certidumbres, Incertidumbres, Caos”, libro de divulgación científica que escribió y compiló en conjunto con Rodolfo Gambini hace dos décadas, para fundamentar la convergencia conceptual con parte del análisis de la prologuista y presentadora Ariadna Islas.
JV/RL