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Tuesday 1 de March de 2011

Bicentenario

Palabras del presidente de la Comisión del Bicentenario, ministro Ricardo Ehrlich, el pasado 28 de febrero en Soriano durante la conmemoración de los 200 años del Grito de Asencio.


Asencio, 28 de febrero de 2011
Palabras del Ministro de Educación y Cultura Ricardo Ehrlich

En nombre de la Comisión del Bicentenario tengo el gran honor de abrir junto al Presidente de la República y el Intendente del Departamento de Soriano, el primero de los grandes momentos que van a marcar la Celebración del Proceso de Emancipación Oriental.

En primer lugar quiero recordar el sentido que la Comisión ha propuesto darle a esta celebración, de acuerdo al espíritu que le dio nuestro Parlamento a la Ley que la define y a las recomendaciones del Presidente de la República al inicio de las actividades. Es una invitación a compartir un encuentro  con aquellos que en momentos históricos particulares, por sus opciones, por sus ideas y por sus acciones, marcaron una senda que sería recorrida por las generaciones siguientes.  Es una invitación a una lectura de la historia desde el mundo de hoy, que mira al futuro desde un contexto de cambio civilizatorio y busca claves y referentes en sus raíces. Pero también es una invitación a recorrer el largo camino de hombres, mujeres y comunidades, que a lo largo de estos doscientos años fueron creando nuestra nación; a iluminar momentos de nuestra historia, en que la sociedad, en su diversidad, se encontró con su tiempo, confluyó y se encontró consigo misma adquiriendo fuerza transformadora, fuerza constructora de futuro.

La celebración de la Jornada de Asencio, como hace doscientos años, vuelve a abrir el camino. En la misma tierra, en el mismo escenario, los hechos que conmemoramos despiertan reflexiones  sobre el tiempo y la historia, el tiempo y la historia de los pueblos y sobre la construcción de una nación.

Aquella admirable alarma se propaga de manera prodigiosa, a una gran velocidad por todo el territorio. Se inicia así un período de la historia que se va a extender por veinte años,  marcado por el Jefe de los Orientales en la extraordinaria década de 1811 a 1820.

1811, de febrero a octubre, hombres y mujeres de esta tierra recorren un muy largo camino en breve lapso. Del 15 de febrero, cuando Artigas parte de Colonia, a la Jornada de Asencio y la propagación de la chispa insurreccional, Las Piedras y el Primer Sitio de Montevideo, el surgimiento luego de Artigas como Jefe de los Orientales en la Quinta de la Paraguaya y el camino de la derrota, el Éxodo, que se transforma en la forja de una nación, mediaron tiempos muy cortos.  Es siempre admirable encontrar en la historia y en nuestra propia historia, como cuando el corazón y la mirada de la gente se encuentran, cambia la dimensión del tiempo y se marca el futuro.

Resuenan aquí aquellas palabras:

“Permítame vuestra señoría que llame un momento vuestra consideración sobre esta admirable alarma con que simpatizó la campaña toda y que hará su mayor y eterna gloria. No eran los paisanos sueltos, ni aquéllos que debían su existencia a su jornal o sueldo, los solos que se movían; vecinos establecidos, poseedores de buena suerte  y de todas las comodidades que ofrece este serlo, eran los que se convertían repentinamente en soldados, que abandonaban sus intereses, sus casas, sus familias: los que iban, acaso por primera vez, a presentar su vida a los riesgos de una guerra, los que dejaban acompañados de su triste llanto a las mujeres e hijos, en fin, los que sordos a la ley de la naturaleza, oían sólo a la de la patria. Este era el primer paso para su libertad.”

Pocas semanas después de Asencio, el 11 de abril y desde estas tierras, la voz de Artigas convocará a la unión de todos los compatriotas en la defensa de la justa causa.

Camino y  tiempos de forja de una nación.
Espacios de encuentro y confluencia de hombres, mujeres y comunidades diversas a través del tiempo. Proyectos y sueños compartidos, a la hora de las luchas, a la hora de la construcción. Gente diversa que a lo largo de los años va echando sus raíces en esta tierra, se nutre de su  historia y da sus frutos. La tierra, el territorio, es un gran espacio de encuentro, de creación de referentes compartidos. Pero también lo es la cultura, con su propia diversidad, la que el puerto hizo abierta y a la que la campaña dio sello propio. Encuentro en la cultura que se va construyendo y define también los referentes compartidos, que se descubren en los afectos, en la lengua, en las sensibilidades y que en su diversidad vinculan y fortalecen a una nación.

Espacios y proyectos de encuentro, que requieren normas que construyan institucionalidad y definan y aseguren caminos de convivencia, como lo afirmará Artigas dos años después en la Oración Inaugural del Congreso de Tres Cruces en 1813, cuando señala:

"Ciudadanos: los pueblos deben ser libres. Ese carácter debe ser su único objeto, y formar el motivo de su celo.” Y dice más adelante: “ toda clase de precaución debe prodigarse cuando se trata de fijar nuestro destino. Es muy veleidosa la probidad de los hombres, sólo el freno de la Constitución puede afirmarla”.

Hoy conmemoramos la respuesta a una formidable convocatoria. Recordamos hechos y a hombres y mujeres excepcionales, pero también a hombres y mujeres corrientes, que hacen la historia cuando responden al llamado de la hora.

En todos los tiempos, bajo una u otra forma hay llamados y convocatorias. Los tiempos no son siempre iguales para las sociedades y las naciones. Los hay luminosos y también oscuros. Aquel pueblo diverso que sigue al Jefe de los Orientales buscando su destino en medio de una derrota, parece que siguiera su marcha marcando el camino. Hay tiempos de desencuentros, hay tiempos de búsqueda, hay tiempos de encuentro y de construcción.

Los tiempos de encuentro  y  de construcción marcan los siglos. Se acompañan de esa mirada conjunta hacia el futuro que queremos reconocer hoy en nosotros mismos, del fortalecimiento de vínculos generosos y solidarios y de voluntad y confianza en las propias manos para asumir los desafíos.

Así entendemos hoy la significación del hecho de Asencio, así queremos conmemorar estos dos siglos de camino de nuestra nación. Para encontrarnos.

Por los que hoy esperan, por los que vendrán, por todo lo que podemos construir juntos, así como la jornada de Asencio abrió el camino hace doscientos años, que esta celebración pueda abrirnos el futuro.

 

Ministro Ehrlich