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Vigilancia
Viernes 4 de abril de 2014

Vigilancia

Cuadro de Figari, Vigilancia

Vigilancia. 1922.Pedro Figari. Óleo s/cartón. 70 x 50 cm.
Colección de origen: Museo Nacional de Artes Visuales. Ingreso 19/11/1951.
Actualmente en acervo del Museo Figari, por resolución ministerial exp. 615/12, ingreso 19/07/2012.


Curiosa, tal vez humorística o absurda,pudiera resultar para algún observador desprevenido,la incursión pictórica de Pedro Figari por el mundo de la prehistoria.
La serie pictórica conocida como “los trogloditas”, que recrea el contexto y las acciones del hombre de las cavernas, se encuentra muy alejada de las variantes nativistas de la pintura de época y primitivistas de las vanguardias europeas, e igualmente distante de los motivos más transitados por el pintor: los candombes, las fiestas tradicionales, los bailes de Salón, en suma, el vasto repertorio de la crónica costumbrista.

El artista fantasea -aunque siempre acotado a un cuadro sociológico afín a la filosofía evolucionista- con situaciones que suceden in illo tempore. Conforme a su modo desprejuiciado y austero, Figari no incurre en la magnificencia de la epopeya. Los actos que llevan a cabo estos personajes primarios, casi siempre en pareja, pertenecen a una cotidianidad surcada por un hilo de perplejidad y de brutalidad, un hilo a punto de romperse pero que no alcanza, sin embargo, a perturbar la tónica natural de sus jornadas. Es el día a día del hombre primero: sus logros, sus recompensas, sus triunfos en la supervivencia, sus fracasos necesarios. Con esta serie concebida en Buenos Aires a principios de los años veinte -que sucede en el tiempo a la también sorprendente “piedras expresivas”-, Figari conquista su estilo característico de pinceladas rápidas, con zonas de basto cartón sin pintar fungiendo como un color más. Ha descubierto, como los mismos personajes que recrea, la técnica adecuada para expresar “la suma ley”: aquella que conecta, sobre la base de una “ética sana, fuerte y lapidaria”, “la primitiva auténtica ancestral troglodita” con las artes, las ciencias y las industrias del hombre moderno.

Vigilancia
La vigilancia significa estar alerta: suprema conquista de la conciencia frente a la irracionalidad animal o la ensoñación inútil del hombre. El personaje femenino sobre una cúspide escruta a través de las frondas de los árboles. La luna en cuarto creciente, apenas visible, se pierde en el cielo de tonalidades lilas. La integración de los reinos mineral, vegetal y animal, y la situación privilegiada del hombre que domina el instrumento de caza y de tala, está subrayada por la verticalidad de la composición. La dialéctica de vectores ascendentes sugieren la escalera evolutiva.

El tema, con variaciones, será retomado en El Arquitecto (Ed. Livre libre, París,1928, pag. 27, reproducido en la tapa del catálogo del Museo Figari) y en un dibujo que sirve de tapa a la utopía novelada Historia Kiria (Ed. Livre libre, París, 1930),en la cual dos personajes homínidos saludan sobre una plataforma pétrea, como pirámide trunca. Esta conquista de la atención sobre la distracción, de lo previsto sobre lo improvisado, está también sugerida por los bastantes pulidos cantos de las piedras, como si hubieran sido esculpidos por manos humanas y no fueran el resultado de la erosión natural. Simbólicamente, la piedra lisa en esta pintura es lo contrario de lo disparejo y turbio en el tratamiento de las masas rocosas de otra relevante obra de esta serie, “El hijo muerto”.

Algunas exposiciones en las que se exhibió la obra: Exposición Figari en el Pabellón de las Artes de París, Febrero-Marzo 1992. Colección del Museo Nacional de Artes Visuales, en exhibición en Sala 4, años noventa. El Ser Primario, el Hombre primordial: la serie de los Trogloditas de Pedro Figari. Museo Figari, julio-agosto 2010.

Reproducido en:
El Doctor Figari de Julio María Sanguinetti, Aguilar-Fundación Bank Boston, Montevideo,2002, p. 345.
Catálogo El Ser Primario, el Hombre primordial: la serie de los Trogloditas de Pedro Figari. Museo Figari, Montevideo 2010, p.Figari, Arte uruguayo de los maesttos a nuestros días, Miguel Carbajal, Montevideo, El País/BBVA, p. 28.

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