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Friday 23 de December de 2011

"Es como estar en la luna"

Crónica del viaje del Conjunto de Cámara del Sodre a la Antártida y su cálido concierto en medio del hielo.

El pasado 4 de diciembre una delegación uruguaya arrancó su viaje hacia la base uruguaya en la Antártida, con el objetivo de brindar un concierto a los habitantes de ese lugar tan particular. Desde Uruguay partieron 10 personas: seis músicos del Conjunto de Cámara del Sodre, un utilero, un coordinador, un camarógrafo de Presidencia y la vicepresidenta del Sodre, María Pollak, para quienes la experiencia fue una concentración de vivencias artísticas e intensidades humanas. Fue una iniciativa única en cuanto a visitas culturales a ese espacio inhóspito, que coincidió con los festejos del Bicentenario y los cien años de la llegada del hombre a esa parte de la tierra.

La aventura de la expedición comenzó con la convivencia en Punta Arenas, Chile, mientras esperaban la posibilidad de cruzar a la Antártida. Primero los retuvo un desperfecto en el avión Hércules de la Fuerza Aérea uruguaya, y luego las condiciones climáticas inhóspitas, que hicieron que tuvieran que esperar 11 días para cruzar al verdadero destino. El viernes 16, cuando la llamada “ventana meteorológica” les permitió realizar el vuelo de casi dos horas hasta el aeropuerto de la base chilena Presidente Eduardo Frei Montalvo, se llevó a cabo el concierto.

En tierras blancas. Desde la base chilena la delegación se trasladó por tierra hasta la Base Científica Antártica Artigas, en lo que llaman la “oruga”, una especie de tanque de guerra que es el único medio de transporte del que disponen los lugareños para trasladarse entre las bases. El clima que recibió a los uruguayos no fue el mejor, pero la vicepresidenta del Sodre lo mira desde otra óptica, al tiempo que cuenta su primera impresión de ese paisaje: “Me magnetizó. Tiene un atractivo muy particular toda esa inmensidad, esa naturaleza en estado puro. Y en realidad agradecí que estuviera tan feo el clima porque fue una manera de sentir verdaderamente que estábamos ahí, en un lugar realmente diferente. Cuando vas en la oruga subís y bajás los terrenos, cruzás ríos, y mirás para afuera y ves algo muy fuerte, es como estar en la luna, hay montañas y terrenos escarpados, todo muy salvaje, es una experiencia que no es nada cotidiana”.

Una vez arribados a la base uruguaya, se preparó el escenario -en que las sillas sirvieron de atriles- y unas horas después se efectuó el concierto, ante un público de 35 personas integrado por los habitantes de la base rusa, algunos de la chilena, los uruguayos y dos españoles, repartidos entre científicos, militares y montañistas que trabajan en el lugar. “Eran 35 personas pero para lo que es el lugar es como si hubieran sido 3.000” dice la vicepresidenta del Sodre, que cuenta que los locales los recibieron ansiosos. Sobre el desarrollo del concierto describe una imagen elocuente: “Estaban muy atentos y receptivos. Hubo una pieza rusa que tocó el Conjunto de Cámara que les arrancó lágrimas a los rusos. Y con la Cumparsita se emocionaron los uruguayos. Todas las obras fueron seguidas con mucha atención y aplaudidas con mucho amor. Y lo más increíble era que por momentos te olvidabas que estabas en la Antártida, pero al terminar cada obra se hacían unos segundos de silencio, antes del aplauso, en que se colaba el silbido del viento de afuera. Parecía una intención de la naturaleza de recordarnos que estábamos ahí”.

Delegación

Parte de la intensidad del asunto fue que mientras se realizaba el concierto ya había llegado el Hércules que los llevaría de vuelta hasta Punta Arenas, y este avión no podía permanecer a la intemperie mucho tiempo. Y dado que no hay hangar para aviones en la Antártida (no hay construcciones tan altas de ningún tipo), todo tenía que ser muy concreto. “El concierto fue emocionante, y luego hubo aplausos, fotos, abrazos, despedidas. Había una emoción particular, éramos conscientes de que estaba pasando algo único y que para ellos era muy importante. Estás unas pocas horas y parece que conocés a esas personas desde hace muchísimo tiempo. Al ser todo compacto en unas pocas horas fue todo muy intenso. Además, ellos son muy pocos y eso genera una energía muy particular entre todos, y se nota”, dice Pollak sobre esas seis horas en la Antártida.

Valió la espera. Antes, durante los 11 días que la delegación uruguaya debió permanecer en Punta Arenas esperando poder cruzar a la Antártida, los músicos ofrecieron una clase magistral en el conservatorio de la Universidad de Magallanes, y un concierto para 1.000 personas en el auditorio de esa institución. También efectuaron visitas a espacios naturales del lugar, como cruzar el Estrecho de Magallanes.

Para llevar la vestimenta adecuada para el clima de sensación térmica de -20 grados, la delegación recibió el asesoramiento del Instituto Antártico Uruguayo y el préstamo de equipos del Instituto Antártico Chileno, compuesto por prendas polares, mamelucos cortaviento, camperas, guantes y gorros.

Para finalizar, Pollak rescata la importancia de esta iniciativa para ambas partes, tanto para los habitantes de la Antártida como para el Sodre, que tiene el objetivo de ampliar su tarea cultural. Y recordando la intensidad de la visita musical, concluye: “Por momentos nos preguntamos si realmente estuvimos ahí o si lo soñamos, pero pasó. Y todos quedamos muy contentos de que estas cosas pasen. Fue una experiencia única, para ellos y para nosotros”.

 

Antartida