El pasado 4 de julio falleció Gustavo "Tato" Martínez (Montevideo, 1958-2022). La dirección y el equipo del Museo Figari expresa su más sentido pésame y las condolencias a familiares y amigos.

Tato es un referente de la cultura uruguaya. Gustavo Martínez y Raquel Ditchekenian, Tato y Quela, son los fundadores del grupo Títeres Gira-Sol, presentes desde hace 46 años en nuestro país. En la increíble historia del títere en Uruguay, la obra de Tato -autodidacta surgido de un contexto obrero del barrio Belvedere-, ocupa un capítulo importantísimo. Desde el año 2001 fue el director del Museo Vivo del Títere, dependiente del MEC y, por tanto, colega del Museo Figari a partir de la fundación de este último en el 2010. Eventualmente trabajó también como escenógrafo. Obtuvo varios premios Florencio Sánchez. El Florencio Revelación en el año 1986 "por la integración de su oficio de titiritero a un espectáculo teatral" en la obra "Los cuernos de don Friolera", de Valle Inclán, con dirección de Marcelino Duffau. Bajo la misma dirección pero con "Misterio Bufo", de Darío Fo estuvo también nominado al Florencio de reparto en 1998.

Gustavo "Tato" Martínez (1958-2022)

Tato y Raquel diseñaban, producían y manipulaban sus títeres. Y concebían la dramaturgia de los espectáculos que recorrieron buena parte de América y algunos países de Europa con notable suceso. Se habían formado en los años setenta del siglo pasado inspirados en el Teatro del oprimido y el carácter social de su arte era constitutivo de su manera de pensar y de estar en el mundo.

Hace un tiempo reflexionábamos, precisamente acerca de una exposición de títeres curada por Tato, del siguiente modo:

«Es probable que no haya mejor definición para el término “títere” que la ofrecida por Gastón Baty: “Títere es un muñeco que actúa”. De esa simple manera se elude la discusión sobre su etimología y las infinitas variantes de la forma y los mecanismos dispensadores de movimiento: los hay de guante, de hilos, de barras, de sombras… y constituidos de las materias más insólitas. Sin embargo, en esta definición se nos oculta al titiritero, otorgando vida propia al muñeco. ¿Pero no es así acaso? Ante un buen espectáculo de títeres somos todos Bice Donetti, la amada que evocaba el poeta Salvatore Quasimodo : “Su rostro está aún vivo de sorpresa/ tal como fuera en la infancia fulminado/ por el tragallamas alto sobre el carro”. Fulminado es la metáfora de la fascinación extrema que provoca la inmovilidad del espectador. Hay algo en la vida del títere que nos llama a quietud, al asombro congelado.»

Ante un buen espectáculo de títeres, el titiritero desaparece, aunque esté de cuerpo entero delante de nuestros ojos. Y Tato tenía ese don: con unos papelitos, unos trapitos o unas maderas hacía magia, desaparecía y conquistaba al público asombrado, grande y pequeño. Pero, además, tenía otro don más grande, que es el que habitualmente llamamos "don de gente". Era una persona de una extrema generosidad y de una bondad a prueba de balas.
En el Museo Figari, junto con Raquel, ofreció sus talleres gratuitos, sus "Teatritos de papel", en el año 2017. Desde hace tiempo Tato peleaba contra el cáncer. Hoy no está con nosotros pero la magia continúa. Aunque no veamos al titiritero, él mueve sus hilos de bondad y es la alegría de todos. Hasta siempre querido Tato.

 



Martes 12 de Julio de 2022
Dirección Nacional de Cultura