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Lunes 27 de Junio de 2016

Nunca más

Comisión de Reparación instaló placa de la memoria frente al Batallón 13 

“Aquí funcionó el Batallón de Infantería número 13, que fue centro de detención, desaparición, tortura, muerte y enterramiento clandestino entre 1972 y 1985” reza la placa colocada en la vereda de Avenida de las Instrucciones, casi en la convergencia de los municipios D y G, cuyo límite puede precisarse con el arroyo Miguelete, descubierta por la subsecretaria Edith Moraes, el intendente de Montevideo, Daniel Martinez, el director de Cooperación Internacional del MEC, Nicolás Pons, aquí en su condición de presidente de la Comisión de Reparación que funciona en el MEC, la alcaldesa del municipio D, Sandra Nedov y Fernando Funcasta en representación de los peticionantes.

Una segunda placa, para el edificio contiguo, dice que “En el Servicio de Materiales y Armamento, funcionó el Centro Clandestino de Detención 300 Carlos, también llamado “Infierno Grande”, lugar de detención, desaparición, tortura y muerte desde 1975”.

“Dicen que ahora viven en tu mirada/ Sosténlos con tus ojos, con tus palabras;/ sosténlos con tu vida, que no se pierdan, que no se caigan” dice el poema de Circe Maia musicalizado por Viglietti apuntando a las víctimas del infierno tan temido que hizo desfilar el testimonio vivenciado casi sin énfasis añadido pero con acendrado, sordo clamor íntimo Fernando Funcasta, uno de quienes fueron torturados en la añeja y un tanto sombría estructura que se alza en medio de un barrio populoso pero apacible.

La instalación de estas placas coincidió con el 43º aniversario del Golpe de Estado, del 27 de junio de 1973.

El infierno tan temido

Luego de irradiarse el himno nacional, Funcasta explicó bajo una leve llovizna que “hoy nos toca volver al lugar donde cientos de nosotros vivimos la experiencia que nos marcó para siempre, entre momentos de profundo compañerismo y solidaridad en medio de condiciones de reclusión muy duras”.

Pasó revista al periplo de la tortura desencadenada inmediatamente se producía la detención: “Vendados y encapuchados, las manos atadas, primero el plantón, luego la picana y el submarino y de nuevo el plantón”, rememorando calabozos, enfermería y las tres barracas de las instalaciones donde algunos llegaron a estar años.

Solo un cuerpo se pudo recuperar, el del escribano Fernando Miranda, “otros cuerpos señalados como enterrados aquí no han podido ser encontrados” comentó, como los de los “ocho compañeros desaparecidos”. También advirtió que “el galpón está intacto y es fácilmente reconocible”.

Por su parte la alcaldesa Sandra Nedov explicó que la petición original era para señalar una marca de la memoria en el lugar donde apareció el cuerpo de Fernando Mirada pero era complicado por el arroyo Miguelete y resolvieron, en conjunto con el alcalde Gastón Silva del municipio G, apoyar esta iniciativa similar, “colaborando con nuestra cuadrilla para el monolito donde se ubican las placas, ya que el municipio trabaja en el tema derechos”.

 

El Uruguay entero convertido en una cárcel

Como recordó Nicolás Pons en una encendida y prolongada oratoria que pasó revista a la época dictatorial y sus víctimas, el presente homenaje se enmarca en lo dispuesto por los artículos 7 y 8 de la ley 18.596, la que expresa que “promoverá acciones materiales o simbólicas de reparación moral con el fin de restablecer la dignidad de las víctimas del terrorismo y el uso ilegítimo del poder del Estado ejercido”.

Pons recordó a los presentes, donde se encontraban representantes internacionales de OEA y UNESCO “que estas políticas son postuladas fuertemente por la comunidad internacional como políticas que sean orgánicas, atemporales y con la participación de toda la sociedad civil”, al tiempo que reivindicó el fuerte simbolismo de un acto de esta naturaleza en el día que se conmemoran “43 años del quebrantamiento del orden institucional”.

Rememoró la larga noche que sufrió el país haciendo mención a los 250.000 exiliados, los 192 desaparecidos, “el Uruguay entero convertido en una cárcel”, asegurando que la placa descubierta “irrumpirá en el paisaje habitual de esta cuadra, de esta esquina, pero no alcanzará si la dejamos sola, necesitamos rodearla como elemento cardinal de los derechos humanos”.

Nunca más